Cómo decidir el enfoque de tu proyecto creativo cuando te gustan muchas cosas
¿Te gustan muchas cosas y no sabes cómo enfocar tu proyecto?
En este post te cuento cómo logré encontrar claridad sin tener que encasillarme, y cómo tú también puedes elegir un enfoque que te represente, te emocione y te ayude a avanzar con intención.
Si eres una persona multipasional como yo, probablemente hayas sentido la presión de tener que elegir "una sola cosa" para enfocar un proyecto personal o emprendimiento. Y si no lo haces, pareciera que nunca vas a avanzar.
Yo estuve ahí. Por mucho tiempo.
Siempre me ha apasionado el inicio de un proyecto: darle sentido, claridad y propósito. Y lo he hecho en distintas etapas, de muchas formas. Me he equivocado, claro... un montón de veces. Pero eso me ha permitido obtener herramientas valiosas y repetir el proceso una y otra vez con más conciencia.
Tenía conocimientos en diseño, video, storytelling, estrategia, branding, enseñanza, creación de contenido... y me gustaban todas. Podía imaginarme haciendo cursos sobre video, enseñando edición, dando mentorías de marca personal, diseñando recursos descargables, escribiendo un libro o lanzando una comunidad creativa. Pero cuanto más pensaba, más me paralizaba.
El dilema de tener muchas ideas buenas
Durante años escuché el consejo de que había que "elegir un nicho", y aunque sé que tiene algo de verdad, también creo que para algunas personas eso se siente como una pérdida de libertad. Yo no quería meterme en una caja.
Pero también aprendí (a las malas) que no puedes construir algo sólido si cambias de dirección cada dos semanas.
Y ahí fue cuando decidí dejar de buscar la idea perfecta y empezar a preguntarme algo distinto:
¿Qué tema conecta naturalmente TODO lo que soy y todo lo que puedo ofrecer?
Y fue como un clic.
El hilo conductor de mi historia
Mirando hacia atrás, me di cuenta de que siempre había estado guiando a otras personas a expresar su creatividad, a organizar sus ideas y a compartir lo que les apasiona. Lo había hecho desde mis clases de danza, mis videos en YouTube, mis asesorías freelance, mi trabajo en diseño y hasta en conversaciones casuales con amigas.
Siempre fui la que ayudaba a transformar el caos en claridad. A convertir ideas sueltas en proyectos con alma. Y eso es algo que me apasiona genuinamente.
Ahí fue cuando nació el nuevo enfoque de Creativa y Próspera: un espacio para acompañar a mujeres creativas que están llenas de ideas, pero necesitan claridad y dirección para empezar a construir algo propio.
Elegir no significa limitarte
Entender esto me quitó un peso enorme de encima: no tenía que dejar de ser multifacética. Solo necesitaba elegir un enfoque central que me permitiera canalizar todo lo que soy. Y ese enfoque podía crecer conmigo.
Hay que comenzar por algo. Más adelante se pueden ir sumando nuevas temáticas, nuevas ramificaciones, incluso otros formatos o líneas de trabajo. Pero empezar con eso que más te mueve es clave, porque será lo que te mantenga motivada incluso en los días difíciles.
Por ejemplo, yo decidí enfocarme en la fase uno —mejor dicho, la fase cero— de crear algo: un proyecto, una marca, un emprendimiento.
Esa etapa en la que tienes mil dudas, cero claridad, y el miedo y las ideas te abruman. Más adelante, cuando logre conectar con muchas personas que necesitan estas herramientas, podré fidelizarlas y acompañarlas en otros pasos del proceso, como el diseño de marca, estrategia de contenido, o cómo crear reels poderosos.
Por ahora, mi enfoque está claro: quiero ayudar en ese momento de confusión inicial, porque es el que más me emociona, el que más me llena de energía hoy.
Dentro de Creativa y Próspera he podido incluir storytelling, branding, diseño, video, estrategia, escritura, enseñanza y hasta maternidad. Todo desde la claridad de saber para quién creo y por qué.
Si tú también tienes mil ideas...
Respira. No estás sola. No tienes que elegir entre tus versiones pasadas. Puedes integrar todo lo que has aprendido y viviste en un solo concepto que te represente hoy.
Hazte estas preguntas:
¿Cuál es el problema que naturalmente ayudas a resolver una y otra vez?
¿Qué disfrutas tanto hacer que lo harías aunque no te pagaran (al menos al principio)?
¿Cuál es el mensaje que se repite en tu historia sin darte cuenta?
Y luego, conecta los puntos. Busca patrones entre tus respuestas.
¿Hay una emoción común, un tipo de persona a la que siempre terminas ayudando, un estilo de proyecto que te enciende?
También puedes hacer una lista de tus fortalezas, tus pasiones y tus experiencias. Ver todo eso en un solo lugar puede darte perspectiva sobre cómo unir tus mundos.
Algo que me ayudó muchísimo fue imaginarme hablando con una sola persona. Si tuviera que sentarme a tomar un café con alguien y ayudarla con todo lo que sé... ¿quién sería? ¿Qué le diría? ¿Qué parte de mí le serviría más?
Elegir no significa encasillarte para siempre. Significa enfocarte lo suficiente como para tomar impulso.
Y desde ahí, empieza. No tiene que ser perfecto. Tiene que ser tuyo.